viernes, 2 de noviembre de 2007

Campo (Bourdieu)

Campo: Metáfora que el sociólogo francés Pierre Bourdieu emplea como unidad de análisis. Un campo es un espacio social (que no tiene por qué corresponderse con un espacio físico), es decir una estructura de relaciones entre agentes sociales definidos por la ocupación de posiciones diferentes que además se encuentran jerarquizadas entre sí, es decir que definen relaciones de poder.

Un campo es un espacio social además por definir una separación nítida entre los miembros del campo y los que no pertenecen al mismo. El campo tiene unos límites y unas condiciones de entrada que lo hacen único e irreducible a cualquier otro campo. Cada campo tiene su propia lógica, sus propias reglas y sus propias instituciones que lo regulan. Todo aquel que participe en el campo debe aceptarlas, al menos de entrada. Por ejemplo, nosotros, que aspiramos a pertenecer al campo de la sociología, entramos a jugar el juego académico: publicar artículos, escribir de cierta manera, formarnos tanto como podamos, establecer relaciones con profesores, etc. Una vez que hayamos consolidado nuestra posición en el campo podemos tratar de cambiar las reglas, pero de entrada hemos de aceptar la lógica establecida.

Otra propiedad de los campos es que separan lo sagrado de lo profano. Esto es visible sobre todo en el campo religioso, donde los miembros del campo (sacerdotes) poseen la verdad revelada, que los creyentes (consumidores de la religión, por así decirlo) han de aceptar sin cuestionarla, puesto que no pertenecen al campo. Sin embargo, es visible en todo campo: entre artistas y no artistas, expertos y no expertos, médicos y pacientes, gobernantes y gobernados, etc. Cuando alguien ajeno al campo trata de intervenir sobre él, los miembros del campo dejan de lado sus diferencias para movilizarse en conjunto en defensa de la autonomía de su campo. Esto podemos verlo por ejemplo en el conflicto que vivimos actualmente entre la Iglesia y el Estado a propósito de la asignatura Educación para la Ciudadanía. El campo de la Iglesia se rebela ante la posibilidad que otro campo (el Estado) se inmiscuya en lo que considera monopolio suyo: la definición de la moral. De aceptarlo, la Iglesia se estaría debilitando a sí misma como campo. Otros ejemplos: la forma en la que los médicos tratan de ilegalizar o simplemente desacreditar cualquier terapia alternativa a la suya (homeopatía, naturopatía, etc.); la resistencia de los artistas a que se les encasille en etiquetas definidas por críticos (defienden la capacidad del campo del arte para calificar su propia producción por encima de las pretensiones de otro campo como es el de los críticos); o más cotidianamente cada vez que alguien nos niega la posibilidad de opinar sobre algún asunto porque "no lo has vivido" o "no has estado allí" (es decir, no perteneces al campo, no sabes de lo que estás hablando).

El principio que constituye un campo es la existencia de un objeto que los participantes reconocen como valioso, esto es, lo suficientemente valioso como para luchar por él. A este objeto lo conocemos como capital y es diferente para cada campo. Por ejemplo, en el campo del arte el capital es la capacidad de definir lo que es bello y lo que no lo es. En el campo de la sociología se juega la posición dominante en la definición de la realidad social (que teorías y metodologías serán las que se consideran apropiadas para estudiar la sociedad). En el campo de una familia se juega saber quien manda en la familia, y en consecuencia quien tiene la última palabra en cuanto a la educación que se dará a los hijos, si se compra una casa o no, etc. Bourdieu resumía esta idea en una fórmula: "un campo está constituido por un capital distribuido desigualmente, lo que genera posiciones diferentes, a los que corresponden intereses diferentes, por los cuales se lucha".

La posesión diferencial de capital entre los miembros del campo es lo que define sus posiciones diferentes en el campo. Las personas con más capital ocupan posiciones superiores, dominantes. Las personas con menos capital ocupan posiciones inferiores, dominadas, y por tanto tienen menos capacidad de influencia sobre el campo. Por ejemplo, en el campo del IESA un becario tiene mucha menos capacidad de influencia que un técnico de larga experiencia, y éste a su vez menos que un científico titular. Sin embargo, todos los miembros del campo ponen en juego sus recursos (en sentido amplio: económicos, conocimientos, amistades, etc.) para ascender en él, construyendo estrategias que, sin abandonar el campo, nos hagan ganar poder dentro del campo. Entre estas estrategias está la adaptación, es decir, la aceptación sin más de la realidad del campo para ascender en él, como suele suceder en el mundo de la empresa (se aceptan las reglas y se asciende en el campo simplemente haciendo lo que desean los superiores del campo); la resistencia, por la que se construyen definiciones diferentes del campo y se trata de imponerlas a los dominantes, como en la política (los obreros construyen su propia visión del mundo en el socialismo, enfrentada a la de las clases dominantes, y tratan de imponerla con huelgas, manifestaciones, etc.); o la alianza con otros campos, por la que se introducen en el campo innovaciones producidas en otros, como por ejemplo cuando un artista se enfrenta a las posturas dominantes de su campo aliado con la industria cultural o cuando un intelectual trata de influir sobre el campo académico menos por sus propios méritos que por su presencia mediática en la televisión o la prensa escrita. También existe la posibilidad de abandonar el campo si no conseguimos prosperar en él: volviendo al ejemplo del IESA, podemos decidir marcharnos y conseguir otro trabajo si no estamos satisfechos con nuestra trayectoria laboral y no percibimos que seamos capaces de cambiar nuestra situación por nuestros propios medios.

Con la introducción del concepto de campo, Bourdieu quería resituar las relaciones sociales en su propio contexto que les da sentido, y que es diferente al resto de campos. En lugar de reducir la acción social a estructuras y reglas generales o universales para toda situación, trata de explicarla en un contexto más reducido y concreto. Cada campo impone a sus miembros una particular cultura, es decir una forma de ver el mundo, que está influenciada por su lógica interna y su historia. Por eso un matemático piensa diferente de un sociólogo y ambos a su vez tienen una forma de comprender el mundo muy distinta al de un ama de casa. En este sentido, hay que decir que el campo es siempre construido. Toda realidad social es susceptible de ser entendida como un campo, desde una familia al capitalismo internacional. Siempre que se establezca una relación entre personas, que tienda a construir una cultura y unas reglas propias que no son compartidas por otras ajenas a esa relación, estaremos ante un campo. Un grupo de amigos que construyen poco a poco una jerga, unas reglas de comportamiento (entre nosotros no podemos quitarnos las parejas, por ejemplo) y una cierta rutina institucional (siempre se queda en los mismos sitios, cada uno sabe a quien llamar para convocar al grupo, etc.) están formando un campo.

La noción de campo plantea, sin embargo, varios problemas que Bourdieu no supo resolver. En primer lugar, no quedan claras las relaciones entre campos. Bourdieu insistió demasiado en la autonomía de los campos, y manifestó explícitamente que una de sus propiedades es precisamente que tienden a ser cada vez más autónomos, si bien en sus últimos trabajos se mostró ambiguo al respecto. Esto se ha mostrado falso. Los campos se están redefiniendo continuamente, y muy probablemente pocas veces por efectos internos a los mismos. Bourdieu creía que el cambio social era básicamente interno a los campos, pero como han mostrado Nisbet o Wallerstein, en realidad el cambio tiende a darse por factores exógenos. La universidad cambia mucho menos por sus contradicciones internas que por la necesidad de que los títulos que expende sean útiles en el mercado, por ejemplo. Los campos de producción cultural (ciencia, arte, etc.) se ven influenciados por los campos periodístico y económico por que estos controlan los medios de distribución (los medios de comunicación) sin los cuales aquellos no pueden hacer llegar sus productos a sus potenciales públicos. Evidentemente, hay campos más resistentes al cambio, por su mayor poder en el campo social general (la iglesia o los colegios profesionales de abogados, médicos o arquitectos por ejemplo). Pero en general, existen relaciones jerárquicas entre campos que Bourdieu no explica bien. Así, el Estado tiene un gran peso sobre todos los demás campos, en la medida en que tiene el monopolio de la regulación legal a la que, en última instancia, los demás campos deben adaptarse. Pero a su vez, los otros campos pueden influir de diferentes maneras en el Estado (por ejemplo, influyendo en la opinión pública).

También está la cuestión de las interferencias de unos campos sobre otros, y que ya mencionamos más arriba. En un campo puede darse una innovación que influya sobre otros campos. Por ejemplo, el campo económico, de gran influencia en nuestra sociedad, impone a partir de la revolución industrial una reorganización del saber, de la política, las relaciones internacionales, etc. Los campos pueden resistirse a esta influencia, pero si dentro de ellos algunos de sus miembros se alían con el campo invasor y utilizan sus recursos para cambiar las reglas, el campo acabará siendo colonizado y perdiendo su autonomía. Esto es lo que ha sucedido en el campo artístico respecto al económico. La industria cultural ha terminado imponiendo al campo artístico el criterio de mercado (la mejor obra de arte es la que más vende, ejemplificado en las listas de ventas de discos o libros), por haber introducido en el campo agentes que apostaban por esa alianza entre lo comercial y lo artístico.

Tampoco puede obviarse el que todos pertenecemos a infinitos campos. Cada uno de nosotros tiene muchas identidades que corresponden a diferentes campos, pero nos cuesta separarlas. Somos a la vez hombres o mujeres, padres, hijos, tenemos un oficio, aficiones, amigos, etc. En cada campo aprendemos diferentes cosas y obtenemos diferentes recursos que quizá podamos emplear en el resto de campos. Un psicólogo puede emplear sus conocimientos sobre el ser humano para manipular a los demás en el trabajo, en la familia, etc. Ahora bien, no podemos olvidar que los campos son autónomos y que tienen reglas diferentes, por lo que estas transferencias nunca pueden ser aplicadas directamente sino mediadamente. Volviendo al ejemplo del psicólogo, su intento de manipular a los demás puede resultar en fracaso en un campo donde los sentimientos son muy importantes como el de la familia. Pero si el psicólogo sabe leer el campo familiar y adapta su estrategia a sus reglas (por ejemplo, disfrazando su estrategia como si fueran sentimientos sinceros), puede acabar produciendo cambios en el campo. Teorías como la del actor-red de Latour o la de las justificaciones de Boltanski tratan de profundizar en este camino.

En varias ocasiones Bourdieu afirmó en este sentido que los campos tienen el efecto de mediatizar la percepción de otros -especialmente aquellos superiores o más amplios-, como un prisma. La cultura general de una sociedad es reinterpretada y reapropiada sucesivamente por los campos de cada región, ciudad, barrio o familia. Las reglas del campo económico son retraducidas según la lógica del campo de cada país, cada empresa y hasta de cada equipo de trabajo. Y así sucesivamente. Por desgracia, Bourdieu nunca profundizó en esta dirección. Como puede observarse, aún quedan muchos aspectos que investigar al respecto.

Otra crítica que frecuentemente se le ha realizado al concepto de campo de Bourdieu es su reduccionismo respecto a las relaciones de poder. Como hemos visto, para Bourdieu el campo es esencialmente una relación jerárquica, y la lucha por cambiar el estado de estas relaciones de fuerza es la única motivación de la acción social. Sin embargo, no toda acción social puede ser reducida a lucha, competencia y poder. Es cierto que las relaciones de poder están presentes en toda acción social, pero no que toda acción social sea fruto de las relaciones de poder. Los comportamientos expresivos, reproductivos-adaptativos, de sociabilidad o de diferenciación son tan importantes y tienen tanta influencia en la acción social como las relaciones de poder y la competencia.

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