viernes, 2 de noviembre de 2007

1º Sesión, 10 de octubre de 2007

Texto: Nestor García Canclini, "Sobre objetos sociológicos poco identificados", Conferencia de clausura del IX Congreso Español de Sociología, Barcelona, septiembre de 2007

El texto recibió bastantes críticas por parte de los asistentes. Aunque resulta sugerente en sus intuiciones, parece pasar demasiado por encima de los debates que abre, sin terminar de proponer nada concreto. No se posiciona con claridad entre las diferentes opciones teóricas que examina para tratar de explicar los fenómenos sociales que denomina "poco identificados", de manera que finalmente deja abiertas todas las posibilidades. Desde este punto de vista, resulta un texto poco útil como herramienta de trabajo, en la medida que no elabora ningún concepto que pueda ser empleado para comprender la realidad social. Se trata de un texto más adecuado para abrir debates que para su aplicación a la tarea sociológica concreta.

Una de las cuestiones que generó más debate en el grupo fue la cuestión de la novedad y el cambio social. García Canclini insiste que hemos de renovar nuestro arsenal teórico para tratar de comprender fenómenos que considera históricamente novedosos, y que no podrían ser explicados por los modelos tradicionales de la sociología (por ejemplo, las comunidades trasnacionales o la pérdida de poder de los Estados-nación). Esto fue fuertemente criticado por algunas personas, que dudaron si realmente son tan nuevos estos fenómenos o al menos si de verdad están produciendo un cambio social lo suficientemente relevante como para suponer que debamos cambiar nuestros conceptos. Precisamente en cuanto a los dos ejemplos citados más arriba, se cuestionó mucho si son realmente nuevos: ¿no eran acaso comunidades trasnacionales las de los emigrantes italianos en EEUU de principios del siglo XX?, ¿ha perdido soberanía EEUU o la ha perdido sólo Irak? Desde este punto de vista, se achacó a García Canclini de caer en lo que se considera un vicio muy habitual de las ciencias sociales: cada cierto tiempo se alzan un cierto número de voces que afirman que se ha producido un cambio social que hace inútiles todas nuestras categorías y que nos obliga a pensar otras nuevas. Pero, ¿hasta qué punto es así?

Otros participantes en el grupo sin embargo, se posicionaron más proclives a considerar que sí se han producido cambios sociales significativos y que García Canclini acierta al afirmar la necesidad de nuevas perspectivas y conceptos que nos ayuden a comprenderlos, a pesar de que él mismo no termine de proponerlos. Observan que existe en las ciencias sociales una cierta resistencia a aceptar que los cambios se producen y que con ellos debemos cambiar también nuestra forma de explicarlos. Al respecto se mencionó la emergencia de Internet y todas las posibilidades de comunicación y búsqueda de información que ha traído consigo. Esto fue respondido por los partidarios de la postura contraria afirmando precisamente que Internet es un ejemplo de cómo las expectativas de cambio social que anunciaba finalmente no se han producido. Las campañas electorales o la organización de viajes por touroperadores, mostrarían cómo, a su juicio, muchos ámbitos de la realidad social no se han visto sustancialmente modificados por la aparición de Internet, cuando no consolidarían tendencias anteriores. A su vez, esto fue cuestionado por la otra parte.

No se llegó a un consenso completo en a este debate, pero ambas partes si parecieron estar de acuerdo en la necesidad de ser prudente a la hora de afirmar la existencia del cambio social y de elaborar conceptos nuevos, al mismo tiempo que en ser abiertos a ello cuando sea apropiado. En resumen, habría que guardar un cierto equilibrio en la perspectiva, examinando caso a caso cuáles son los cambios, en qué medida y manera se han producido y si eso exige reelaborar total o parcialmente nuestras teorías. Volviendo al texto de Canclini, esto puede verse cuando descarta el concepto de campo de Pierre Bourdieu, por ser una unidad de análisis que no explica bien la progresiva convergencia de las formas de producción cultural merced a la revolución de los multimedia o la existencia de las ya mencionadas comunidades transnacionales. El grupo estuvo de acuerdo en considerar que aunque estas situaciones cuestionen algunos aspectos de la teoría de Bourdieu (la afirmación de que los campos tienden a ser cada vez más autónomos, la explicación del cambio social por factores exclusivamente internos a los campos, etc.), no son suficientes como para descartar por completo el concepto de campo.

Una intuición que sí se consideró acertada por parte de García Canclini fue el considerar que no estamos sabiendo comprender adecuadamente los procesos, especialmente respecto a los aspectos metodológicos del problema. Hasta ahora nuestros métodos sólo han sido capaces de obtener imágenes fijas de la realidad social. Sin embargo, la única herramienta metodológica que hemos empleado para capturar los procesos sociales han sido las series temporales de cuestionarios, que no dejan de ser comparaciones de diferentes imágenes fijas, por lo que no son capaces de captar el dinamismo del cambio social. A pesar de que algunos desarrollos, como la metodología de redes, están tratando de resolver este problema, el grupo se mostró de acuerdo en que hay que realizar un esfuerzo para elaborar metodologías innovadoras que puedan dar cuenta de la dimensión procesual de la sociedad.

El debate se desplazó a partir de entonces al estatuto de la sociología y a su objetivo como saber. Se interpretó que la falta de concreción de la que adolece el texto de García Canclini ilustra un problema muy típico en las ciencias sociales: su incapacidad para elaborar teorías capaces de explicar la sociedad en todas sus dimensiones, y que suelen dar pie a los eternos debates de nuestra disciplina (estructura-acción, permanencia-cambio, material-cultural, individuo-sociedad, etc.). Este sería uno de los grandes problemas que arrastraríamos para consolidar la posición de las ciencias sociales y demostrar que nuestra aportación es útil para la sociedad. En suma, para dejar de explicar a los demás qué es lo que hacemos cuando les comentamos que somos sociólogos.

En este sentido, se afirmó que los sociólogos debemos tener menos miedo a ser deterministas sociales, es decir, que debemos reivindicar la utilidad de la sociología para explicar los comportamientos a partir de lo social. Más aún, se apuntó incluso que la mejor forma de hacerlo es apostar por la predicción, construir modelos proyectivos que puedan ser útiles para la planificación de las respuestas a los problemas y retos a los que se enfrenta la sociedad, tal y como hacen el resto de ciencias. El resto del grupo se mostró escéptico ante tal posibilidad. Consideraron que la sociedad es demasiado compleja e imprevisible como para poder realizar predicciones fiables. Como ejemplo se puso la emigración en España. A pesar de que se conocía la experiencia en otros países, e incluso se contaban con teorías y modelos fiables, la emigración masiva parece habernos pillado por sorpresa y no se ha gestionado el problema con la racionalidad deseable. Si en un caso tan favorable no hemos sido capaces de predecir eficientemente parece complicado hacerlo en contextos menos previsibles. Quizá una solución menos ambiciosa, pero más ajustada a nuestras posibilidades sea simplemente construir teorías que funcionen. O, como también se dijo, llegar a explicar la sociedad antes de que lo hagan los historiadores.

En todo caso, es claro que la teoría sociológica debe construirse aspirando a superar todos los debates y polaridades citados más arriba, tratando de explicar comprensivamente a los individuos y la colectividad, la estructura y los procesos, la permanencia y el cambio, las determinaciones objetivas y los sentidos subjetivos. La generación de Habermas, Bourdieu y Giddens ha supuesto un primer intento, por lo que independientemente de que se esté de acuerdo o no con estos autores, es de valorar su esfuerzo por lograrlo. A nosotros nos corresponde llegar a síntesis todavía más ambiciosas, más completas y complejas, construyendo a partir de los que nos precedieron. Con toda seguridad, nunca llegaremos a soluciones cerradas, especialmente teniendo en cuenta la complejidad y magnitud del reto y de nuestro objeto de estudio. Esta tensión interna entre la aspiración a construir teorías susceptibles de explicar lo social en todas sus dimensiones y la imposibilidad de conseguir una teoría definitiva y cerrada es seguramente el motor que alimente perpetuamente la reflexión sociológica.

No obstante, para ello hemos de estar también abiertos a las aportaciones de disciplinas afines. Desde la antropología, la historia, la filología, la psicología, la economía, e incluso otras más lejanas como la neurobiología, se están produciendo desarrollos teóricos valiosos para la reflexión sociológica que es necesario examinar e incorporar a nuestra propia ciencia.

Más allá, el grupo se cuestionó incluso la existencia misma de la división del trabajo en las ciencias sociales. Las ciencias sociales nacieron en el siglo XIX profundamente influenciadas por una visión liberal del mundo que afirmaba que la realidad social se encontraba compartimentada en esferas separadas, las cuales por tanto había que estudiar separadamente. Así, la política se reduce al Estado y de ahí la Ciencia Política; la economía sólo existe en el mercado, que estudia la Economía; la cultura es patrimonio de la sociedad civil, que estudia la sociología; el pasado es cosa de la historia (que sin embargo no necesita historias separadas, como sucede en el presente); los pueblos "primitivos" (es decir, colonizados por aquel entonces) pasan a ser objeto de la antropología; las sociedades que se han "estancado" (son imperios pero no han evolucionado como las sociedades occidentales) son materia del orientalismo; el lenguaje pasa a ser competencia de la filología y la mente de la psicología. Más de cien años de consolidación académica han santificado esta división, que hoy nos parece demasiado artificial y poco adecuada para explicar una realidad que sabemos compleja y que articula siempre todos sus elementos de un modo que sólo podemos separar analíticamente. Por eso, el grupo se mostró favorable a una progresiva reunificación de las ciencias sociales como un solo saber. La sociología, que por su propio desarrollo histórico ha terminado por verse en medio de todas las demás disciplinas, puede jugar un papel importante en este sentido.

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